lunes, 2 de mayo de 2016

LA FAMILIA

El proceso de socialización es básicamente una situación continua de transmisión de valores, actitudes, intereses y objetivos. Es adquirir la cultura de la sociedad en la que se vive, la integración de dicha cultura en la personalidad y la adaptación del individuo al entorno.

La socialización es particularmente intensa durante los primeros años de vida. Las relaciones sociales comienzan desde el momento en que el niño nace y para su desarrollo son fundamentales las experiencias vividas en los primeros años de vida, por lo que destacamos las figuras de apego y la evolución de los vínculos sociales a partir de dichas figuras. Por esto, la familia juega un papel muy importante en el desarrollo de los individuos, ya que, por un lado, garantiza la supervivencia física y, por otro, es su seno donde se obtienen los aprendizajes básicos que serán imprescindibles para la inserción en la vida social. 


Hay que comenzar diciendo que la educación perfecta no existe, sobre todo si la consideramos como un conjunto de normas utilizadas como una receta. Además, no hay niño igual que otro, ni siquiera en la misma familia.
Los estilos a la hora de ejercer la autoridad son los siguientes:
  • Familias autoritarias: Se caracterizan por utilizar un alto nivel de exigencia en todos los aspectos de la vida de sus hijos. No son receptivos a las necesidades del niño ni cambian sus técnicas de disciplina en función del contexto. Cuando surgen conflictos utilizan estrategias caracterizada por el empleo de la fuerza, la retirada de privilegios, de afecto... Consecuencias educativas: Los niños criados en este ambiente tienden al conformismo y a la sumisión. Raramente son líderes, aceptan de buen grado la voluntad de otros. Son pasivos, tímidos y ansiosos para obtener la aprobación de los demás.

  • Familias permisivas o sobreprotectoras: Se caracterizan por ser poco exigentes y tratan de evitar que sus hijos se enfrenten a las dificultades de la vida y van quitándoles obstáculos. Consideran que los hijos son buenos y saben qué tienen que hacer y que hay que darles todo lo que piden. Son padres reacios a poner reglas y a imponer limitaciones a sus hijos. Consecuencias educativas: Estos niños tienden a ser egocéntricos, dependientes, con dificultades para el esfuerzo, carecen de autocontrol de sus impulsos y anteponen sus deseos y necesidades a los de otras personas. 


  • Familias democráticas: En este estilo educativo, las relaciones entre padres e hijos están presididas por el respeto mutuo y la cooperación. Los padres consideran que se pueden equivocar en las decisiones como cualquier ser humano. Buscan y potencian que los hijos puedan aprender autónomamente y que saquen lo mejor de sí mismos. Consideran que los problemas son un reto para la superación personal. Consecuencias educativas: Estas familias desarrollan en los hijos el sentido de responsabilidad para que asuman las consecuencias de sus actos. Inducen en los hijos habilidades de trabajo en equipo y aprenden actitudes de cooperación, de toma de decisiones y respeto por las reglas.

  • Familias indiferentes: Estos padres no son receptivos a las necesidades de los niños y, además, son indiferentes desde el punto de vista afectivo. No practican de forma coherente ningún tipo de disciplina. Consecuencias educativas: Los niños en este ambiente muestran conductas impulsivas, rebeldía y pautas de delincuencia. Manifiestan una tendencia a ser más solitarios y aislados socialmente. A menudo tienen problemas emocionales y son inmaduros. Los niños se sienten rechazados y vacíos emocionalmente. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario